Primero que nada, ¿Por qué celebramos la Navidad?
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” – Jn3:16
En la navidad celebramos (o se debiera celebrar) la primera venida de Jesús a este mundo, y no necesariamente su nacimiento, porque dice la Biblia que en el principio ya era Él, es decir que ya existía. Más sin embargo, no se aferró a su posición de Dios infinito, sino que más bien se humilló y se hizo como uno de nosotros con tal de darnos la redención eterna (Filipenses 2:6-11). Por eso es que en estos días también le decimos nuestro redentor.
Hace más de un par de años, la verdad que nada de lo dicho anteriormente tenía sentido para mí…nada.
Después de que me mudé a los Estados Unidos, mis dos primeras navidades fueron las más tristes de mi vida, que yo recuerde. Extrañando a mi familia, amigos, la comida y lo diferente que se celebraba la navidad allá. Pensé que escuchar villancicos me ayudarían a matar las penas, pero me puso más nostálgico aún. Salir de compras y ver la navidad de las películas en vivo (la de Mi Pobre Angelito), nada de eso animaba. Después de tener la cena familiar lo único que quería era dormir, pero mientras conciliaba el sueño, lloraba amargamente al punto de cuestionar si el haber venido a este país tenía razón alguna. Y de tanto pensar y llorar (sí, los hombres también lloramos, aunque sea en secreto) me quedaba dormido.
Para muchos inmigrantes la navidad es la fecha más triste del año porque recordamos épocas mejores en nuestros países. Sin embargo, esto no tiene que ser así, si pensamos realmente en el verdadero sentido y significado de la navidad.
El dolor empieza porque relacionamos la navidad con nuestros familiares y seres queridos que no tenemos en ese día, pero eso es penosamente erróneo. La navidad es para celebrar el nacimiento (simbólico) de Jesús, y la esperanza que eso significa para uno como ser humano.
Independientemente de dónde esté uno, y con quien esté, si uno hace de esto su pensar y actuar en las navidades, esta fecha pasará de ser nostálgica y hasta amarga, a ser una fecha de agradecimiento porque alguien más nació y murió por todos para darnos la redención eterna. Pero como muchas veces en medio del dolor, o nostalgia, esto no tiene sentido, nos juntamos a celebrar el nacimiento de Jesús o mejor dicho su “cumpleaños” y lo dejamos fuera, y si es que está presente no lo tomamos en cuenta. Sin embargo, parece ser que inconscientemente (eso espero) es costumbre dejar al agasajado fuera de su celebración, dejar al dueño y Señor de la iglesia fuera de ella. Por ejemplo Jesús hablando al corazón de las personas que creen en El, dice lo siguiente:
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo (Apocalipsis 3:20).
Qué gran invitación! ¿Quién rechazaría la invitación del Hijo de Dios mismo? Bueno al perecer muchas veces lo hacemos (“inconscientemente”), incluso en su propio cumple!
Pero, no creo que sea correcto ir al cumpleaños de alguien y pasársela triste pensando en alguien más, pues esto sería una falta de respeto y de consideración por la persona celebrada.
En mi opinión, este concepto de la navidad nos hace menos egoístas y menos materialistas, ya que muchas veces por llenar el vacío de nuestros familiares en un país lejano, nos dedicamos a trabajar en esos días, comprar bastante, enviar dinero, y entre algunas otras actividades que sabemos que no los reemplazarán.
No hay nada de malo como inmigrantes y seres humanos en extrañar a nuestros seres queridos, lo malo es relacionar este día con bastante significado de paz y esperanza, con la tristeza del no estar con ellos.
Así que, donde quiera que estemos, recordar que la salvación de este mundo vino en persona, y no sólo para salvarnos, sino que también para darnos paz, vida, esperanza, y sobre todo amor para compartir con los que necesiten de ello, sobre todo en estas fechas. Y que aquel que vino como un bebé, regresará algún día como hombre; con poder y autoridad para reinar en un reino donde no habrá más llanto ni dolor, un reino que no tendrá fin (Apc. 21:4).
Esa es mi esperanza en estas épocas tan nostálgicas, y espero que le sea de igual manera a usted, donde quiera que esté…
“Al mundo paz, nació Jesús; el corazón ya tiene luz; ya es feliz el pecador…”
Feliz Navidad y un Prospero Año Nuevo!
Dios lo bendiga,
Gianco