Hoy siento hablar sobre la amistad en los Estados Unidos. Sin embargo, como no nací, ni crecí en este país, hablaré de esta desde un punto de vista personal, y como inmigrante.
Una de las razones que hace difícil empezar una nueva vida aquí en los Estados Unidos es ese sentimiento de soledad y falta de los amigos que dejamos atrás. Y cuando digo amigos, me refiero a los verdaderos amigos, no a los que sólo conocemos sus nombres debido a que compartimos clases o trabajos juntos. Así mismo, tampoco me refiero a los miles de amigos o “seguidores” que has de tener en todas tus redes sociales. Es decir, estoy hablando de aquellos con los que hemos podido establecer una solida amistad que perdura sobre el tiempo.
Del mismo modo, cuando digo amigos también incluyo familiares. Por lo general a los familiares que extrañamos más son los que también fueron nuestros amigos. Hay padres, hermanos, tíos, primos, abuelos, que más allá de ser sólo familiares de sangre, también llegan a ser buenos amigos nuestros.
Cuando uno inmigra a otro país para empezar una nueva vida, por lo general se enfoca en a lo que vino (esa es la idea); ya sea a estudiar o trabajar, o los dos a la vez con tal de tener un mejor futuro. Por lo tanto, uno no está necesariamente enfocado en buscar amigos. A demás de ello, el dolor de haber dejado a los amigos atrás, está aún latente. Así que, inconscientemente, no queremos reemplazarlos aún.
A todo esto, se le suma que vivir en un país materialista (que no digo que sea malo) hace un poco más difícil el entablar amistades. Por ejemplo, acá en Estados Unidos cuando vas a la escuela, no tienes a todos tus mismos compañeros en todas tus clases, puesto que cambias de salón o aula a cada hora y por cada curso, es algo así como estar en la universidad. Cada uno tiene un horario diferente. Ya en la universidad, antes de que el profesor diga: “nos vemos en la siguien…” muchos ya está yendo a su siguiente clase, a su trabajo, a cuidar de su familia, etc. En cuanto al lugar de trabajo, a pesar de que en mi opinión es el espacio donde uno puede entablar más amistades, cada uno está enfocado en cumplir su trabajo más que buscar amigos, después de todo uno no quiere ser despedido por estar “buscando amistades”’.
A pesar de que el sistema hace difícil hacer amigos recién inmigrado, en mi caso, gracias a Dios sí pude entablar amistades duraderas aquí, la cual hace de que mi estancia sea más agradable y llevadera. Puesto que, después de todo, creo que fuimos creados para vivir en comunidad, y en comunión con nuestro creador. Si uno de estos dos factores falta, siempre habrá un vacío en el corazón, por mucho que hayamos logrado la educación y el trabajo que buscábamos al inmigrar.
Hoy en día tengo amigos que sé que puedo contar con ellos, y obviamente ellos también contarán conmigo. Así mismo, en mi camino aprendí que las amistades son una bendición de Dios, pero no caen del cielo. Si uno quiere tener amistades del corazón, pues hay que empezar por ser un amigo del corazón. Empezar a interesarse por el otro. Hacer esto en un país súper individualista y materialista, definitivamente te dará al menos un amigo, pero si uno va a estar con: “aquí vine a trabajar no a hacer amigos, no molesto a nadie, y que nadie me moleste, no pido plata a nadie y no quiero que me pida”, pues por esa misma actitud, ya sea en la escuela, trabajo o incluso en la casa, por dentro uno siempre estará o se sentirá solo. Nuevamente por muy exitoso que uno llegue a ser.
Hoy en día valoro a los amigos que Dios me dió en mi país, y valoro a los que me dió acá en Estados Unidos.
Así que en estas fechas de la amistad y el amor, doy gracias por los amigos que están y por los que no están, que al igual que nuestros familiares, por el hecho de compartir con ellos, también son parte de lo que hoy somos como persona.
Dios los bendiga a cada uno de ustedes, donde quiera que estén…y si no los veo acá, en Perú, o en la China, espero verlos en la nueva Jerusalén…
Gianco